CAPÍTULO 11:
Era
un día impresionante, un día de sol, limpio
y transparente para salir a andar en bicicleta. Además Gabriel se sentía aliviado
porque había tomado una decisión. Se vistió, desayunó, abrió la puerta y salió
en su bicicleta como un héroe a cumplir su misión secreta.
Todo
parecía tranquilo, había poco
tráfico en la avenida y hacía algo de calor por lo
que Gabriel se puso a pensar en que iría
a bucear con José apenas tuviera unos días libres.
Llegando
a la casa de Ramón todo cambió, frenó de golpe y casi se cayó porque el
camión de los tipos raros estaba parado frente a su casa.
Su
corazón empezó a sonar como una batería de rock, le temblaban las manos y las piernas.
Rápidamente volvió a su casa para
llamar a su papá por teléfono y avisarle. Pero Ramón nunca contestó.
Gabriél
salió en su bicicleta lo más rápido
que pudo y volvió a la casa de Ramón.
Los
hombres de las maquinitas estaban convencidos que allí vivía el pirata de la
televisión.
Entonces, en un acto de gran valentía, Gabriel entró por el jardín de un
vecino, a la parte de atrás de la casa de su papá.
Las puertas estaban
cerradas, solo había una pequeña ventana circular pero estaba muy alta y no
había nada alrededor que le sirviera
para treparse.
En
ese momento sonó el timbre. Eran los hombres de los aparatitos.
Gabriel
necesitaba ayuda por eso salió corriendo hasta la casa de Rodrigo a buscarlo
para salvar a su ¨VIEJO¨.
Rodrigo
lo acompañó, se paró debajo de la ventanita y Gabriel trepándose a sus hombros entró a la casa. Corrió hasta el cuarto secreto,desconectó las computadoras y las
tapó con unas sábanas.
Mientras
tanto los hombres pedían a gritos que abrieran la puerta.
Gabriel,
sudando y temblando, con cara de niño inocente abrió la puerta. Los hombres
querían entrar, estaban muy enojados. Rodrigo haciéndose pasar por su hermano mayor, lo ayudó.
En
ese momento, Ramón y Laura aparecieron caminando tranquilamente por la vereda abrazados como noviecitos.
A Gabriel se le “congeló la sangre”.
Los
hombres malos acusaron a Ramón de ser el pirata
de las comunicaciones. Él se hizo el tonto y el desentendido.
Después
llegó la policía.
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